domingo, 20 de octubre de 2013

La Fábula

Los cazadores, el zorro y el leñador.

Perseguido por los cazadores, un zorro llegó a la choza del
leñador. Sin fuerzas para dar un paso más, no le quedó otro remedio
que rogarle, con la lengua afuera:
—Escóndeme de los perros —imploró—, no dejes que me
maten, ni me delates a los cazadores.
El leñador no quiso indisponerse con el zorro y le dijo que
entrara a su choza. No bien el animal ocultó su cola tras la puerta,
cuando aparecieron los perros.
—¿Viste pasar al zorro? —preguntaron los cazadores.
Pensando en lo que el zorro le había pedido, el leñador les
respondió que no, pero al mismo tiempo —con un disimulado gesto
del dedo pulgar— les indicaba la puerta de su propia choza.
Sin embargo, los cazadores no comprendieron la señal secreta y
pasaron de largo. Cuando desaparecieron, el zorro salió de la choza
y se marchó sin decir palabra.
—No son agradecidos los zorros de quien les salva la vida
—comentó el leñador. El zorro se detuvo y respondió:
—Te hubiera dado las gracias si tu mano no hubiera negado a
tu lengua.
El que actúa buscando quedar bien con todos, termina sin el
respeto ni afecto de nadie.
Pérez, F. (1985). Fábulas universales de la antigua Grecia a la era espacial.
Santiago, Chile: Publicaciones Lo Castillo.
Contesta las siguientes preguntas
1. Según lo leído, ¿cómo era el leñador?
2. ¿Por qué el leñador escondió al zorro en su choza?
3. ¿Por qué el zorro le dice al leñador: “Te hubiese dado las gracias
si tu mano no hubiera negado a tu lengua”?

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